jueves, 16 de febrero de 2012

Muévete.


Cuando tenía 8 años soñaba con cambiar el mundo. No sabía exactamente cómo ni por qué, pero sabía algo fallaba .Mientras yo tenía la casa de muñecas más grande de la tienda otros niños vivían en chozas, y mientras yo almorzaba todos los domingos en Mc Donals ellos morían de hambre. 


No conseguía comprender como eso era posible ¿Quién era el monstruo que se comía su comida?  Diez años más tarde he logrado descubrirlo, es un monstruo insaciable, fue arrasando con todo lo que encontraba a su paso. Se comió los montes para edificar hoteles de lujo, despellejó y extinguió especies para comercial con sus pieles, devoró culturas para imponer sus Imperios… Todo tenía un precio.


Pero para todo ello era imprescindible comerse primero a las personas. Anular sus mentes, conducirlas y dirigir sus miradas hacia otro lugar. Convencerlas de que son las herramientas que el necesita, meras maquinas con el tiempo justo para trabajar lo máximo posible, dormir lo necesario e invertir el tiempo libre en ver  los anuncios de los productos que deben comprar para que todo el sistema funcione.

Era un mecanismo simple. Para que unos pocos fuesen  ricos era necesario que el resto fueran pobres. Y esos pocos estaban dispuestos a hacer lo que fuera para que  siguiera siendo así. Estaban dispuestos a la destrucción, a la masacre, a levantar un ejército contra su propio pueblo, a la esclavitud, a la cesura, al silencio…



Aquellos valientes que descubrieron al monstruo sintieron la necesidad de luchar por una realidad más justa. Aquellos que se salieron del rebaño y se dieron cuenta de que un cheque jamás sería más importante que una persona se levantaron. Se levantaron y volvieron a caer. Pero no cayeron  en un valle, sino en fosas comunes.


Era importantísimo que el sistema fuese infranqueable, inaccesible. Y para asegurarse de ello era esencial comerse otra cosa… la memoria. Hacer recordar solo la parte que le interesaba y dejar la otra en el olvido. Poner barreras para que la población no perteneciente a la elite no llegara a alcanzar los conocimientos suficientes para cuestionarlo.


No en vano, a aquellas personas que intentan olvidar, aquellas que arriesgaron sus vidas por que sus hijos vieran un futuro con esperanza son a las que le debemos todos los derechos con los que contamos hoy. Aunque se empeñen en hacernos retroceder y nos obliguen a desalojar las manifestaciones amablemente a golpe de porra.


Diez años después he descubierto al monstruo, y he comprendido  que gente que con 8 años soñaba con cambiar el mundo, será la responsable de que un día deje de ser un sueño.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho tu entrada gorda, ojalá hubiera muchos niños de 8 o de 18 años que pensaran como tú, pero no es así...

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